El duelo ante la muerte de un ser querido

  

En nuestra sociedad, el tema de la muerte es un tema tabú. No se habla de ello y, cuando nos toca afrontarla, tendemos a aparentar que no pasa nada y que estamos bien. Alejamos a los niños de todo lo que tenga que ver con ella. La evitamos. Como si evitar hablar de ella hiciera que desapareciera. Sin embargo, la muerte es lo único que sabemos que no se puede evitar. A cada uno/a de nosotros/as nos llegará y llegará también a nuestros seres queridos, y a los que no lo son. A todos.

 

 

 

Adaptarnos a la pérdida

El duelo ante la muerte de un ser querido es un proceso de adaptación que abarca sentimientos, pensamientos y comportamientos muy variados. Cada persona afronta la pérdida de una manera diferente. No todas las personas pasan por una serie de fases, como se suele pensar. Necesitamos, eso sí, un periodo de adaptación y  entender lo que nos está pasando.

 

Por eso es importante aceptar la realidad de la pérdida no sólo intelectual, sino también emocionalmente. Los rituales y símbolos en este sentido son importantes. Velatorio, entierro, funeral, luto, son importantes para ayudarnos a aceptar la pérdida.

  

Entender los sentimientos y estados físicos que nos abordan también nos puede ayudar a “normalizar” el dolor. Robert A. Neimeyer, experto en duelo, explica en su libro Aprender de la Pérdida. Una guía para afrontar el duelo (Planeta, 2012) los síntomas habituales del duelo:   

  • Sentimientos de Tristeza y soledad, rabia, culpa y reproche...
  • Sensaciones físicas como sensación de vacío en el estómago, opresión en el pecho, falta de energía o debilidad, dificultades para dormir, falta de apetito, aislamiento social, pérdida de interés por lo que nos rodea…

 

¿Cuándo debemos pedir ayuda? 

 Ante la presencia de cualquiera de los siguientes síntomas:  

  • Intensos sentimientos de culpa. Acompañados de rumiaciones (pensamiento obsesivo) acerca de su comportamiento antes del fallecimiento del ser querido.
  • Pensamientos de suicidio.  Pensamientos acerca de la manera en que se podría suicidar, no sólo el pensamiento de que estaría mejor muerta.
  • Desesperación extrema. Creencia de que no vale la pena vivir.
  • Inquietud o depresión cuando se prolonga en el tiempo. Sensación de estar paralizado.
  •  Síntomas físicos. Perder mucho peso o agotamiento extremo.
  •  Ira incontrolada.
  •  Dificultades continuadas de funcionamiento en el trabajo o en su día a día.
  •  Abuso de sustancias.

 

 

¿Qué podemos hacer para adaptarnos a la pérdida?

 

No resistirse al cambio. La pérdida de un ser querido hace que nuestra vida cambie, inevitablemente. Favorecer ese cambio hace que podamos crecer en esa situación, reconociendo, a la vez nuestro dolor ante la pérdida

 

Expresar el dolor, a través de la escritura o el hablar con un/a amigo/a. Darnos ese espacio físico y temporal para sentir lo que venga y poder expresarlo.

 

Centrarnos en nosotros/as, no en los demás. A veces, intentamos controlar el proceso de duelo de los demás para, inconscientemente, evitar nuestro propio sufrimiento.

 

Utilizar rituales que sean significativos para nosotros/as. No tiene por qué ser el que tradicionalmente nos han enseñado. La necesidad de celebrar, es una necesidad humana, no se refiere sólo a celebrar lo positivo. También las situaciones dolorosas se celebran, a través de rituales. Funeral, entierro, reunión familiar…

 

Aceptar la muerte como parte de la vida, adaptándonos a las pequeñas pérdidas que sufrimos desde que somos pequeños/as, aprendiendo a despedirnos de aquello que se va, permitiendo sentir la tristeza que acompaña a los cambios.

 

Adquirir herramientas para manejar el dolor, la relajación, la expresión, el deporte, el arte, nos dotarán de la capacidad de asumir y aceptar mejor el sufrimiento que nos acompaña en la vida.

  

 

 

El duelo es la adaptación a una pérdida. Es inevitable y puede ser enriquecedor o destructivo. Nuestras actitudes ante ella y las herramientas de que dispongamos serán la clave para esa adaptación. 

Irene Mollá Balañac


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