Como hemos analizado en otros artículos, el código de la bondad explica una serie de mandatos sociales que seguimos las mujeres para sentirnos buenas y valiosas. Los aprendemos a través de la socialización y la presión social desde que somos niñas (directa e indirectamente) y a través de los modelos sociales de otras mujeres. Este aprendizaje de cómo debemos ser las mujeres nos dificulta centrarnos en nuestras propias necesidades y proyectos personales diluyendo nuestra identidad personal.
Como hemos analizado en otros artículos, el código de la bondad explica una serie de mandatos sociales que seguimos las mujeres para sentirnos buenas y valiosas. Los aprendemos a través de la socialización y la presión social desde que somos niñas (directa e indirectamente) y a través de los modelos sociales de otras mujeres. Este aprendizaje de cómo debemos ser las mujeres nos dificulta centrarnos en nuestras propias necesidades y proyectos personales diluyendo nuestra identidad personal.
En este segundo artículo sobre el Código de la Bondad vamos a exponer el siguiente mandato de socialización de género, es decir, abordamos otra forma en la que se adoctrina a las mujeres a adoptar ciertas creencias, actitudes y roles respecto a su comportamiento o su cuerpo, con la falsa creencia de que eso les generará una satisfacción permanente, pero que en el fondo lo que genera es una insatisfacción casi constante y un malestar significativo en el que predomina el sentimiento de culpa y vergüenza, si se les ocurre saltarse la norma impuesta artificialmente por nuestra sociedad (patriarcal). Por su puesto que esta forma de educar negativa no siempre se realiza de forma explícita y directa.
A partir del caso de "La Manada", se está hablando mucho de qué es una agresión sexual y qué es un abuso, en términos legales. Sin embargo, es necesario que hablemos también del proceso psicológico por el que pasa la víctima cuando sufre una violación, desde una perspectiva de género y desde el feminismo, ya que la mayoría de las víctimas de estos hechos son mujeres, tanto menores como mayores de edad. Y prácticamente la totalidad de los violadores son hombres, que ejercen esa violencia sexual hacia las mujeres, en su mayoría, y también hacia otros hombres cuando no cumplen el rol de masculinidad que le es asignado.
La mayoría de las mujeres se ven forzadas, de forma directa o indirecta, a asumir una serie de creencias, actitudes y roles con respecto a su comportamiento y hacia su propio cuerpo, con la falsa creencia de que si son fieles a este estilo de pensamiento y conducta se socializarán de forma adecuada y conseguirán satisfacción y felicidad: es el llamado "Código de la Bondad". Este código de conducta, definido por varios mandatos (de género), para supuestamente socializarse adecuadamente, representa una trampa y una amenaza, tanto para el crecimiento personal de una mujer como del colectivo, situándolo en una posición de inferioridad y sumisión, en la que en el fondo, muchas mujeres no actúan para conseguir bienestar o verdadera satisfacción consigo mismas sino principalmente para no sentirse avergonzadas o culpables respecto a otros/as; porque si la mujer decide alejarse de este código rígido de conducta va a notar casi inevitablemente sentimiento de culpa y se va a "sentir mala".
El psicólogo Walter Riso define el apego en su libro Desapegarse sin anestesia , como "un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento."
"El valor de una mujer se mide por su apariencia", "para estar guapa hay que sufrir", son dos mandatos de género que tienden a generar, en las mujeres, una gran insatisfacción con la imagen de sí misma, lo que disminuye su autoconcepto, su sensación de valía. Estas sentencias indican que las mujeres tienen que trabajar su imagen para dar placer a las otras personas y obtener su aprobación, para poder así sentirse satisfechas consigo mismas. La creencia que, una mujer es atractiva mientras sea joven, alta, delgada, con prominentes pechos y caderas estrechas, empuja a las mujeres a esforzarse para alcanzar el ideal de la mujer físicamente "perfecta", un ideal inalcanzable impuesto socialmente porque se basa en una visión distorsionada del cuerpo de una mujer "sana". Siguiendo los cánones de belleza actuales, las mujeres se miran a sí mismas comparándose con imágenes de modelos maquilladas, retocadas, operadas y estáticas que nada tienen que ver con la realidad. El sentimiento de incomodidad, de disminución y la pérdida de autoestima serán un hecho en el caso de "creer" en estas falsas premisas.
La desigualdad de género es, en muchos casos, invisible. No se trata simplemente de la igualdad legal entre hombres y mujeres, sino de un conjunto de actitudes, roles, sentimientos y problemas cotidianos que nos afectan a las mujeres por el mero hecho de serlo.
La perspectiva de género es un enfoque desde el que se estudia y trata las diferencias entre hombres y mujeres. El género se basa en un sistema de creencias y valores sobre el que construimos nuestras identidades, que son aprendidas a través de un proceso de socialización.
Según Susan Forward, el chantaje emocional es una forma poderosa de manipulación en la que, de forma directa o indirecta y consciente o inconscientemente seres próximos amenazan con castigarnos si no hacemos lo que quieren.En su libro Chantaje Emocional advierte que los chantajistas emocionales saben hasta que punto valoramos la relación que tenemos con ellos y suelen conocer nuestros puntos vulnerables e incluso secretos. Aunque se preocupen por nosotros, cuando creen que no se van a salir con la suya utilizan esa información que poseen para amenazar y forzar nuestro acatamiento.
Antecedentes
El antropólogo John Money propone en 1955 el término "rol de género" para describir los comportamientos asignados a los hombres y a las mujeres desde la sociedad. En 1968, el psicólogo Robert Stoller conlcuye que la "identidad de género" no está determinada por el sexo biológico, sino por el hecho de haber vivido experiencias, ritos y costumbres atribuidos a un género y otro, desde que nació.
La violencia de género es cualquier tipo de violencia sobre una mujer por el mero hecho de serlo... En palabras de la O.N.U., "todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada» (Asamblea General de la ONU. Resolución 48/104, 20 de diciembre de 1993).
Madres e hijas es una antología de relatos escrita por autoras españolas contemporáneas, sobre las relaciones entre madres e hijas desde diferentes perspectivas.
Y es que la relación entre una madre y una hija suele estar mediada por una serie de exigencias mutuas que tienen que ver con el perfeccionismo, la hiperresponsabilidad y los estereotipos acerca de cómo tiene que ser las mujeres y cómo tienen que ser los hombres.
¿Con cuántos estereotipos y exigencias presionamos a nuestras madres?
Cuando una persona dedica su tiempo al cuidado de otra, surgen con el tiempo una serie de consecuencias físicas y psicológicas que debemos tener en cuenta para poder prevenir. La falta de tiempo para dedicarse a una/o misma/o, la sobrecarga emocional, el cansancio, el deterioro en las relaciones sociales y familiares, la dificultad para conciliar con la vida laboral…
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